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SOCIO CON HISTORIA





                                                           Llegó a Uruguay con 17  años, trabajó
                                                           algún tiempo en hotelería y muy joven
                                                           se independizó,  para comenzar así un
                                                           recorrido de más de 40 años de trabajo
                                                           en diferentes bares y barrios, para cul-
                                                           minar su actividad en un ícono de Mon-
                                                           tevideo.

                                                           Hoy vamos a compartir una muy entretenida
                                                           charla con José Luis Álvarez Pájaro, un pon-
                                                           tevedrés que lleva casi 70 años en Uruguay,
                                                           país con el simpatiza mucho, pero que se si-
                                                           gue sintiendo español.
                                                           “Nací en Galicia, en la provincia de Ponteve-
                                                           dra, de una zona de donde vinieron muchos
                                                           compatriotas. Emigré con 17 años en 1957,
                                                           viajé solo, pero aquí tenía a mi hermano Del-
                                                           miro que había llegado unos años antes, y
                                                           a un tío, Pedro Pájaro Pérez, que trabajaba
                                                           en la Asociación Española”, nos cuenta José
                                                           Luis.
                                                           Cuando llega a nuestro país comienza a tra-
                                                           bajar en el Hotel Vascongado (18 de Julio y
                                                           Andes), al lado del Jockey Club del Uruguay
                                                           y esquinado al Palacio Salvo. “Allí estuve un
                                                           año y medio, y recuerdo que cuando deci-
                                                           dí irme, los dueños que eran asturianos, me
                                                           dijeron que me duplicaban el sueldo si me
        Retrato de la Galería de los Presidente            quedaba, a lo que les respondí: lamento, se
                                                           acordaron tarde”.
                                                           De allí va a trabajar a otro hotel de gran im-
                                                           portancia en la época, el Hotel Nogaró. “Era
                                                           un hotel muy grande que estaba frente a
                                                           la Plaza Matriz, donde hoy se encuentra el
                                                           Ministerio de Obras Públicas (Ministerio de
                                                           Transporte y Obras Públicas), que después
                                                           del Victoria Plaza era el más importante que
                                                           había”.
                                                                   “Venir de tan lejos para
                                                            quedarse como empleado no me
                                                             parece que paga el esfuerzo”

                                                           En este hotel trabajó durante tres años como
                                                           ascensorista y su hermano como camarero,
                                                           hasta que un día toma una decisión que co-
                                                           mienza a cambiar lo realizado hasta el mo-
                                                           mento  y le  permite  comenzar  a escribir  su
                                                           propia historia. “Después de estar tres años
                                                           en el hotel, un día le digo a mi hermano, venir
                                                           de tan lejos para quedarse como empleado
                                                           no me parece que paga el esfuerzo, vamos
                                                           a intentar independizarnos”.
                                                           Así fue que  en 1962,  con  algunos  ahorros
                                                           propios, el aporte de una camarera compa-
                                                           ñera del hotel y el apoyo de quien fuera el

                                                                                                    25
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