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SOCIO CON HISTORIA





                                                           Sin duda el bar Facal es un refe-
                                                           rente de la ciudad de Montevideo,
                                                           no solo por la fuente de los can-
                                                           dados o el Gardel en la puerta,
                                                           sino por su dilatada trayectoria,
                                                           innovación y servicio.

                                                           Desde hace ya una década,  Federico Cel-
                                                           si está al frente del comercio y para cono-
                                                           cer más sobre su experiencia  y visión  nos
                                                           fuimos a tomar un café para compartir una
                                                           charla de boliche que nos permitió hacer un
                                                           recorrido por la historia de la propia ciudad
                                                           de Montevideo.
                                                           “Esta esquina es de mi familia desde 1882,
                                                           en  el  origen  era  una  fábrica  de  chocolates
                                                           y dulce de membrillo. Originalmente el local
                                                           pertenecía a la familia Zubizarreta y mi fami-
                                                           lia, que había emigrado del norte de Italia,
                                                           lo adquiere”, comenta Federico con informa-
                                                           ción que mantiene actualizada en su memo-
                                                           ria ya que ha realizado un trabajo de recopi-
                                                           lación para la edición de un libro, que sigue
                                                           pendiente.
                                                           Recuerda que en determinado momento los
                                                           Celsi Saboya alquilan la esquina y los Facal
                                                           abren el bar. “No fuimos nosotros los funda-
                                                           dores y llegaron a tener más de un local. Con
                                                           los años tuvo tres o cuatro dueños, hasta que
                                                           mi padre le compra a quien había quedado
                                                           al frente, y luego de una importante reforma
                                                           reabre el 4 de julio de 1964.”
                                                           Federico recuerda a su padre – Raúl Celsi
                                                           – como una persona distinta, que había via-
                                                           jado mucho desde los 18 años y que siem-
                                                           pre estuvo atento a las novedades de otras
                                                           partes del mundo. “A los 18 años se fue solo
                                                           a Europa en tiempos donde  no era nada
                                                           sencillo y los viajes se armaban en base a
                                                           cuentos de quienes hubieran hecho la expe-
                                                           riencia. Siempre estuvo atento para ver las
                                                           novedades, lo que funcionaba y copiarlo. Fa-
                                                           cal fue el primer local de la ciudad que tuvo
                                                           ventanas de piso a techo, el primer deck so-
                                                           bre la calle Yi, televisores plasma. En un via-
                                                           je a Bélgica vio los wafles y se importó una
                                                           máquina. El chocolate caliente con churros
                                                           lo vio en San Ginés la famosa chocolatería
                                                           de Madrid. Hoy se viaja desde atrás de una
                                                           computadora, en aquel tiempo había que vi-
                                                           vir la experiencia en persona”.
                                                           Recuerda que su padre, fallecido en 2013,
                                                           le gustaba estar en el comercio, escribiendo
                                                           recetas, probando y experimentado nuevas
                                                           opciones  para ofrecer. “Yo no heredé  esa

                                                                                                    21
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